martes, 22 de febrero de 2011

El Afilador


Desde la oficina escucho un ruido que se acerca.
Sentado frente a mi escritorio, sin trabajo que hacer, percibo un sonido similar al de una flauta, como tocada por un niño que experimenta con ella . Tiene un comienzo suave que sube de tono y calla violentamente dejando en el asfalto solo el ronroneo de los carros; sin embargo, en su efímero transcurrir, es continuo y armónico, una larga y firme respiración que acaba cuando el aire en los pulmones del infante se agota.

Se puede oír durante un rato, itinerante y alejándose, convirtiendo a las ciudades del siglo XXI en los barrios de hace años, donde los ahora ancianos maquinaban sin saber nuestra existencia.

Febrero 2011
Barcelona