viernes, 1 de octubre de 2010

Las Fiestas de Gracia



Hace poco, en las Fiestas de Gracia, Barcelona, vi un encuentro futbolístico maravilloso.

Niños de todas las razas, procedencias y lenguajes, jugaban con un pelota entre una muchedumbre de adultos jóvenes que, con cerveza en mano, disfrutaban de conciertos gratuitos y de la compañía de amigos en una noche de verano mediterráneo.

Era un sector gitano del barrio de Gracia, la banda tocaba música alegre, rumba catalana con un aire rock inusualmente pronunciado. Sonaba bien, y los ánimos estaban altos, la gente reía y mi cerveza se había acabado.

Decidí ir a comprar una, en el bar de la plaza. El bar, un establecimiento temporal, era un templo sagrado a plenitud de embellecedor de espíritu (término acuñado por los abuelos para referirse al alcohol), que custodiado por un par de mujeres, recibía a cientos de personas, de cientos de rincones del mundo. 

Una de ellas, de piel aceituna, ojos castaños profundos, facciones suaves y pelo negro, clavó por fin su mirada en mis ojos sedientos, y entonces con señas, le pedí una cerveza  cuyo precio provino también del movimiento de sus manos.

Salí del bar y lié un cigarrillo, mientras recordaba la belleza de la mesera,  y sentado en una banca, ya fumando y bebiendo en intervalos lentos, me agarraba a los segundos para disfrutar por un poco más de tiempo, tanto de los ojos de la catalana, como del humo y del líquido, haciendo un coctel taciturno de placeres simples que logra mil veces hacerme feliz.  

Entre trago y trago, vino una amiga, también catalana, con quien tras una corta conversación, llegamos irremediablemente al silencio, y como dos esfinges de sonrisa inmutable nos maravillamos con el juego interracial, multicultural, políglota, e infantil que se desencadenaba entre risas y movimientos erráticos de diez o doce niños corriendo tras una pelota amarilla, sin porterías, ni goles, ni competencia, solo ellos, la alegría y la pelota.


1 comentario:

Violeta Color dijo...

Yo creo que los espejos se transforman cuando se miran los viejos...

Gracias Ciego de tierra.
Pero yo no escribí este texto, sino la dueña del blog www.blogspot.com/elotrocielo



(cuando lea bien tu entrada comento sobre ella)

Un abrazo!